Friday, December 17, 2021

El Camino De La Vida


Al principio, vi a DIOS como mi observador, mi juez, haciendo un seguimiento de las cosas que hice mal, para saber si merecía el cielo o el infierno cuando muriera. ÉL estaba ahí fuera como un presidente. Reconocí SU foto cuando la vi, pero realmente no LO conocía.

Pero más tarde, cuando conocí a CRISTO, me pareció que la vida era más bien como un paseo en bicicleta, pero era una bicicleta tándem, y noté que JESÚS estaba en la parte de atrás ayudándome a pedalear. No sé exactamente cuándo sugirió que nos cambiáramos de lugar, pero la vida no ha sido la misma después.


Cuando tuve el control, conocí el camino. Fue bastante aburrido, pero predecible. Era la distancia más corta entre dos puntos.

Pero cuando ÉL tomó la delantera, conoció deliciosos cortes largos, las montañas y lugares rocosos a velocidades vertiginosas, ¡era todo lo que podía hacer para aguantar! A pesar de que parecía una locura, ÉL me dijo: ¡Pedalear!


Me preocupé y estaba ansioso y LE pregunté: ¿A dónde me llevas? ÉL se rió y no respondió, y comencé a aprender a confiar.

Olvidé mi aburrida vida y entré en la aventura. Y cuando yo decía: "Tengo miedo," ÉL se inclina hacia atrás y toca mi mano.


ÉL me llevó a personas con los dones que necesitaba, dones de sanación, aceptación y alegría. Me dieron regalos para llevar en mi jornada, el de mi SEÑOR y el mío.


Nos fuimos de nuevo. ÉL dijo: "Regala los regalos; son un equipaje extra, demasiado peso." Así lo hice, a las personas que conocimos, y descubrí que al dar recibí, y aún así nuestra carga era ligera.

No confié en ÉL, al principio, en control de mi vida. Pensé que lo arruinaría; pero ÉL conoce los secretos de la bicicleta, sabe cómo hacer que se doble para tomar curvas cerradas, sabe cómo saltar para despejar rocas altas, sabe cómo volar para acortar los pasajes que dan miedo.


Y estoy aprendiendo a callarme y pedalear en los lugares más extraños, y estoy comenzando a disfrutar de la vista y la brisa fresca en mi rostro con mi encantador compañero constante, JESUCRISTO.


Y cuando estoy seguro de que ya no puedo más, ÉL solo sonríe y dice: ¡Pedalear!

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